Las caídas en personas mayores no son accidentes menores. Se estima que una de cada cuatro personas mayores de 65 años sufre una caída cada año en Estados Unidos, y muchas de ellas resultan en fracturas, hospitalizaciones y pérdida de independencia. Aunque algunas caídas ocurren por causas naturales, muchas se deben a condiciones inseguras que podrían haberse evitado.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las caídas son la principal causa de lesiones fatales y no fatales en adultos mayores. Peligros como pisos resbalosos, iluminación insuficiente, alfombras mal colocadas o escalones irregulares aumentan el riesgo, sobre todo cuando ocurren en propiedades públicas, residencias de cuidado o negocios.
Prevenir estas caídas es posible. Las recomendaciones incluyen mantener áreas bien iluminadas, instalar pasamanos y eliminar obstáculos en las rutas de paso. También es importante revisar regularmente la salud visual y el equilibrio, y utilizar calzado antideslizante. El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA) ofrece estrategias y guías prácticas para reducir estos riesgos en casa o en espacios públicos.
Sin embargo, cuando una caída se produce por negligencia de un tercero, como la falta de mantenimiento o la ausencia de señalización en un lugar público, la víctima —o sus familiares— pueden tener derecho a reclamar compensación. Esto puede cubrir gastos médicos, cuidados prolongados, rehabilitación y daños emocionales.
En estos casos, contar con asesoría legal especializada es fundamental. Un abogado puede ayudarte a reunir evidencia, identificar al responsable y presentar un reclamo sólido que respalde tus derechos.
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