Tener un vehículo implica una gran responsabilidad, y parte de esa responsabilidad es contar con el seguro de auto adecuado. Muchas personas desconocen que sus pólizas pueden incluir diferentes tipos de cobertura, cada una diseñada para protegerte de situaciones específicas. Conocerlas es clave para evitar sorpresas si llegas a sufrir un accidente.

La cobertura más básica es la de responsabilidad civil, que es obligatoria en la mayoría de los estados. Esta cubre los daños que causas a otros conductores o peatones si tú eres el responsable del accidente. Según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), conducir sin esta cobertura puede resultar en sanciones severas, multas o incluso la suspensión de la licencia.

Otra opción es la cobertura de colisión, que paga por los daños a tu vehículo sin importar quién tuvo la culpa. También existe la cobertura todo riesgo (comprehensive), que te protege contra daños no relacionados con accidentes, como robo, vandalismo o fenómenos naturales. Y no debemos olvidar la cobertura para conductores no asegurados o con seguro insuficiente, que puede salvarte de pagar de tu bolsillo si el otro conductor no tiene cómo cubrir los daños.

Además, cada estado tiene requisitos mínimos sobre qué tipos de cobertura debes tener. La Asociación Nacional de Comisionados de Seguros (NAIC) recomienda revisar tu póliza periódicamente para asegurarte de que tu cobertura esté alineada con tus necesidades y los cambios en la ley.

Si no sabes por dónde empezar, un abogado de accidentes de auto puede ayudarte a revisar tu póliza y explicarte qué te conviene según tu situación.

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